Andrea Rodés es la autora de ‘Por China con palillos’. Vivió en Beijing durante la época de las Olimpiadas, y allí ejerció de corresponsal en China del periódico español Público. Licenciada en Administración y Dirección de Empresas por ESADE, completó sus estudios con un posgrado en historia del arte en el Courtauld Institute of Art de Londres. Hasta 2006 compaginó el trabajo en galerías y museos con el periodismo escrito. Esta escritora española está a punto de publicar su nuevo libro, ‘Lejos de Pekín’ (Ed. Columna). Su primera obra, ‘Por China con palillos’, es más que un recorrido por la gastronomía de China, es también un libro de viajes, y un libro para adentrarse en la cultura y en la sociedad china.
Por: Meritxell Díaz
“Por China con palillos” es…
Un intento de libro literario-periodístico para que el lector español descubra de forma amena la China actual. La verdad es que de libro gastronómico tiene muy poco. No me considero una experta en cocina china. Me gusta mucho comer y creo que la comida china es un buen gancho para descubrir la cultura china. Al fin y al cabo, tanto españoles como chinos damos una gran importancia a la comida. Cada capítulo sucede mientras como en un restaurante, cantina o antro cochambroso perdido en alguna ciudad del gigante asiático. Algunas crónicas están escritas en el barrio tibetano de Chengdu, otras en un barrio de inmigrantes de Pequín, en la frontera con Corea del Norte… En el libro narro comidas e historias muy diversas.
¿Cómo surge la idea de hacer un recorrido por la gastronomía china?
Se me ocurrió escribir este libro cuando decidí mudarme a China, a finales de 2006, y al querer documentarme sobre el país me di cuenta que no hay libros en español sobre China, aparte de guías turísticas o aburridos ensayos sobre política. Soy una fan del periodismo literario norteamericano. ¿Por qué en España no triunfa este género? Me encanta por ejemplo Peter Hessler, ex corresponsal del New Yorker en China, que ha publicado tres libros muy recomendables. Mi intención era escribir un libro periodístico que enganche y sea entendible para cualquier tipo de lector, desde mi madre a un premio Nobel. Y utilicé el gancho de la comida por dos motivos: porque a mí me encanta comer, y porque la cocina china es uno de los pocos referentes culturales que tenemos de China en mi país.
El libro nos descubre recetas e ingredientes, pero también hábitos y costumbres en las mesas chinas ¿Cuáles fueron las que más le sorprendieron?
El hecho de que el arroz blanco o los fideos –según la zona– sean para ellos como nuestro pan. El orden de los platos. Los europeos llegamos y nos empeñamos en que nos sirvan el arroz primero, cuando se sirve lo último. La comida como un punto de encuentro social. La delicadeza con la que se pueden llegar a usar los palillos…
En China comer es más que un placer. La sociedad china le da gran importancia a la comida ¿Por qué?
Pues como en España o en Francia, supongo. La comida es un motivo de encuentro social o familiar. En China también influye supongo que después de décadas de hambre y miseria, ahora quieran recuperar toda su riqueza culinaria y recrearse en la abundancia de comida. La comida llega a ser tan importante que en algunos lugares todavía se saluda con un «ni chi le ma?» (¿has comido ya?) , en lugar de decir «Hola».
¿La variedad de comida y el interés por pedir el plato correcto pueden ser un aliciente para aprender el idioma? ¿O se puede sobrevivir de otras maneras, como las que aparecen en su libro (desde señalar un plato de la mesa vecina hasta arriesgarse a pedir cualquier plato)?
Se puede sobrevivir a base de señalar de la mesa de al lado, pero ¡es arriesgado! Las apariencias engañan. En las ciudades los restaurantes suelen tener fotos, pero no sabes si ese plato de fideos estará bañándose en una salsa de ajo y guindillas que te repetirá toda la tarde… Aprenderse los platos en chino es un buen aliciente para iniciarse en el idioma. Yo hablo fatal el chino, pero saber decir platos básicos como arroz blanco (mi fan), arroz frito (chao fan), fideos fritos (chao mian), huevos revueltos con tomate o mi plato favorito, di san xian (sanfaina de patata, pimiento, berenjena), me ha salvado de situaciones complicadas en algunas zonas rurales. Personalmente, soy adicta a la manera de cocinar las verduras en china: salteadas en el wok muy caliente, casi al dente… Y los fideos caseros, sofritos con calabacín, cebolla, berenjena, o cualquier verdura que encuentren, están deliciosos.
De los diversos tipos de cocina china, ¿cuál es el preferido de Andrea Rodés?
A mí me gusta la cocina de Pekín y del noreste, del Dongbei. Muchos fideos, raviolis y pastas rellenas hechas de trigo. Es una comida bastante sencilla. En Dongbei hacen unas ensaladas buenísimas con brotes de soja, zanahoria, etc. Soy adicta a los jiaozi, los raviolis rellenos, se comen en toda China. La comida cantonesa y del sur es más sofisticada, pero me cansa más. Y además, en el sur, se lo comen todo: serpiente, pezuñas de pollo al vapor…
¿Y el plato preferido?
A parte de los jiaozi, tengo dos: di San Xian (una especie de pisto hecho con patata, berenjena y pimiento) y ganBian Si ShiDou, unas judías verdes larguísimas, fritas hasta que queden muy arrugadas, y salteadas con carne de cerdo picada, cebolla, una especie de verdura marinada muy rara y pimienta de Sichuan. Mmm
La comida china tiene cierta mala fama en España, ¿a qué cree que se debe?
Hasta ahora, la mayoría de la cocina china que se sirve en España son platos cantoneses adaptados al gusto occidental. La mayoría se pusieron de moda en EEUU: cerdo agridulce, pollo con almendras, arroz tres delicias, rollitos chinos (que en China son una especie de tentempié que se come en la calle)… Aquí el chino está asociado a barato y grasiento. Los chinos en España se han empeñado en ofrecernos estos cuatro platos, sin arriesgar a servir lo que ellos se cocinan para ellos mismos. Yo cuando voy a un restaurante chino siempre pido la «otra» carta, la de los chinos. Siempre hay. Hay que añadir que la situación está cambiando. En Barcelona hay chinos en los que se come muy bien, como la Olla de Sichuan, o el Shanghái.
El choque cultural entre Occidente y Oriente existe ¿Algún consejo para minimizarlo?
Ser abierto de mente, no llegar a China con prejuicios ni pensando que Occidente «es mejor». La actitud colonialista de algunos expats occidentales es desesperante y vergonzosa. Hay gente que vive en Pekín o Shanghái y se pasa el día quejándose, de que si escupen, de que si huelen a ajo… tonterías diversas. China es un país de 1.300 millones de personas, que empezó a abrirse al mundo hace 30 años. El progreso que han hecho es un milagro.
De los años que vivió en Beijing, ¿cuál es su percepción sobre los cambios y la evolución de China?
A nivel tecnológico, urbanista y material, Pekín cambia a una velocidad sorprendente. Vi cada vez más riqueza, más gente saliendo de la miseria, más metros y autobuses. Cuando yo llegué había sólo 3 líneas de metro. Cuatro años después, tienen el doble. Los jóvenes son curiosos, hablan cada vez mejor el inglés, tienen ganas de mejorar. Lo que más me gusta de China es encontrarme tantos «selfmademen» –gente salida de la nada, que con esfuerzo, empeño y ganas de aprender, consiguen hablar idiomas, montar un negocio, etc. Esta capacidad de emprender de los chinos me ha fascinado siempre. Lo que menos me gusta es la costumbre de «no decir no», el miedo a perder la cara, que en el fondo es pánico a reconocer los errores en público.
¿Hacia dónde cree que camina China?
Ni idea. Pero con cada vez más ciudadanos con educación, viajados, que estudian en Occidente, gente con recursos, consciente de sus derechos como individuo y como ciudadano global.