Por Emilio Bassil Amín*
Son varios los recuerdos de los primeros meses vividos en China, evocados cuando se percibe que son varios los años ya transcurridos desde el primer viaje a este país, algo impensable pocas semanas antes de emprender el largo trayecto. Cuando algo inesperado hace cambiar el rumbo de la vida en cuestion de unos doce dias, todo parece irreal, hasta el momento de encontrarse haciendo fila entre orientales hablando mandarín para abordar un vuelo directo Paris-Beijing; y al cabo de unas horas aterrizar en la capital, donde pocos meses después tendría lugar las Olimpiadas de 2008. La perspectiva de estar presente y vivirlas a partir de la fecha 8.8.08 -el 8 es el número de la suerte para los chinos- era un evento impensable para quienes acabamos de aterrizar en este país.
Con mucha anticipación a la impecable ceremonia inaugural que asombró al mundo entero, y antes del desarrollo de los Olímpicos, se respiraba a lo largo y ancho de Beijing el ambiente del evento. Tal vez lo que más hizo sentir a los capitalinos que estaba ya muy cercano el día de inicio de los Juegos fue el ensayo del espectáculo de juegos pirotécnicos poco antes, una noche en que multitudes se acercaron al Bird Nest hasta donde les fue posible para apreciarlos y que sirvió de abrebocas a lo que sería el magno evento deportivo. En los meses que precedieron los Juegos, romerías de visitantes locales y turistas extranjeros se aproximaban a los diferentes escenarios observando lo rápido que culminaba su proceso de construcción en la fase final: El Bird Nest, el Water Cube, todas las edificaciones de la Villa y el parque Olímpico; a la par del avance de las obras en amplias avenidas y una nueva línea del metro, la Terminal 3 del aeropuerto y otros importantes proyectos de infraestructura.
En diversos sitios de la ciudad se leía el lema “One World, one Dream”; tableros llevando la cuenta regresiva marcando el tiempo que faltaba para el inicio de los Juegos; era posible apreciar o adquirir figuras de las cinco mascotas oficiales o «Fuwa: Bei Jing Huan Ying Ni», «Beijing le da la bienvenida”, transmitiendo mensajes de amistad, paz y buena voluntad de China para el mundo; también ver gente posando para fotos del recuerdo con las réplicas de la antorcha original, aquella que llegaría posteriormente en medio de un riguroso operativo de seguridad.
Además de las instalaciones olímpicas, las dos torres de CCTV también acaparaban la atención de los transeúntes del Distrito Central de Negocios que semana a semana se iban elevando de forma inclinada; finalmente, a mediados del 2008, lograron unirse en el tope con una sección horizontal cuya estructura representaba un real desafío a la gravedad. La cúpula de titanio y vidrio del Gran Teatro Nacional igualmente atraía numerosos visitantes cuya sencilla volumetría minimalista rodeada de aguas contrastaba con la arquitectura tradicional de la Ciudad Prohibida, el Gran Salón del Pueblo y otras edificaciones gubernamentales del sector.
En vísperas del evento, la gran mayoría de las sedes de buen número de países con representación diplomática en Beijing se llevaron a cabo recepciones para darle la bienvenida a las delegaciones de atletas participantes en las Olimpiadas. La embajada colombiana no fue la excepción y organizó un evento al que fueron invitados los miembros de la colonia colombiana en la capital china, quienes tuvieron la ocasión de conocer de cerca a los deportistas que competirían en los Juegos e integrarse alrededor de una generosa muestra de gastronomía, disfrutando lucidas presentaciones de un grupo musical y de ballet folclórico.
Miles de estudiantes chinos fueron seleccionados como voluntarios para atender y guiar a los visitantes y asistentes a las competencias en diferentes estadios y otros escenarios donde sería muy numerosa la afluencia de público, como la Villa Olímpica que, por lo extensa, ameritaba repetidas visitas. Recorrerla de noche era una experiencia única, por la iluminación de los estadios, pabellones y la torre de comunicaciones, hacia donde se dirigía un numeroso público para congregarse alrededor de un set de televisión desde donde la NBC transmitía en directo a partir de las ocho una sección de su programa matinal para Estados Unidos. La afluencia fue mucho mayor en la noche en que pudieron ver a las hermanas tenistas Williams y al nadador Michael Phelps.
Presenciar la final de la maratón femenina y las competencias de nado sincronizado fueron la ocasión de conocer por dentro el Bird Nest y el Water Cube, hoy convertido en el concurrido Parque de Juegos Acuáticos, al igual que el sector Olímpico, porque volver a recorrer estos espacios es recordar una vez los memorables días de gloria y medallas para China.
*Arquitecto Colombo-Libanés, se desempeña como profesor universitario.Vivió 7 años tanto en el Líbano como en China, donde aún esta radicado. Desde el 2012 colaborador de «Hola China».