Por: Meritxell Díaz
Impresionantes paisajes montañosos, valles cautivadores, excelentes bodegas de vino, una rica gastronomía e interesantes tradiciones populares hacen de Salta un lugar más que recomendable para disfrutar de las vacaciones. La provincia de Salta se emplaza en el noroeste de Argentina, una zona conocida como el NOA. Su capital, la ciudad de Salta, recibe el apodo de “La Linda”. Le sobran motivos para ello. De hecho, el calificativo debería hacerse extensible a toda la provincia.
Salta, a 1.616 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, la capital de la República Argentina, se ha convertido en los últimos años en uno de los principales destinos turísticos, no solo por todo lo que ofrece para sorprender a los ojos del visitante, sino que también por la calidez y la hospitalidad de su gente.
Los imperdibles
La ciudad de Salta: Fue fundada en 1582. Hoy sus rejas, balcones, aljibes, muros de adobe y otros elementos de la arquitectura siguen respirando un marcado carácter hispánico. Un recorrido por el casco histórico de la ciudad nos puede ayudar a comprobarlo. Y en especial en la plaza principal, la Plaza 9 de Julio, que presume de su adoquinado. En el centro histórico se puede visitar la Catedral Basílica, el Cabildo Histórico, el Convento de San Bernardo y la Basílica de San Francisco. Una visita interesante es el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM), que nace a partir del hallazgo en 1999 de tres niños incas, denominados los Niños de Llullaillaco. Los cadáveres de estos niños fueron descubiertos en la cima del Volcán Llullaillaco, junto con un gran ajuar funerario. Hoy, tanto los niños como el ajuar pueden verse en el museo. Para admirar las vistas de la ciudad, uno no puede dejar de subir al Cerro de San Bernardo, a pie (1070 escalones) o en teleférico. El Cerro está en una Reserva Natural de unas 100 hectáreas, con una variada fauna y flora autóctona. Para entender más la cultura del norte y las tradiciones de Salta, no se pierdan una salida nocturna a una peña folclórica, donde las guitarras y las palmas no dejarán de sonar, acompañadas del taconeo de los bailarines.
Para más información: http://www.saltalalinda.gov.ar
El Tren a las Nubes: Sin duda poco recomendable para aquellos que padezcan vértigo, el Tren circula a 4.200 metros de altura en un recorrido de 434 km., entre la ida y la vuelta. Sale de la estación General Belgrano, en Salta, y atraviesa el Valle de Lerma y la Quebrada del Toro, hasta llegar a la Puna. El artífice de esta atracción fue el ingeniero estadounidense Richard Maury. Circula a una velocidad de 35 kilómetros por hora y el trayecto es de cerca de 16 horas. El Tren realiza dos paradas, en la estación de San Antonio de los Cobres y en el viaducto La Polvorilla. Atraviesa 29 puentes, 21 túneles, 13 viaductos y 2 zigzags.
Para más información: http://www.trenalasnubes.com.ar
Cafayate y sus bodegas: La provincia de Salta es reconocida por su buen vino. Cafayate es el epicentro vitivinícola de la provincia, una ciudad que se mueve a ritmo tranquilo pero imparable. De las bodegas orgánicas Nanni, a las tradicionales Vasija Secreta, pasando por las emblemáticas El Esteco y Etchart. Todo el vino producido es “vino de altura” ya que los viñedos están situados a 1.600 metros sobre el nivel del mar. Esto les otorga un mayor carácter y personalidad, así como fragancias más intensas. Cafayate es una parada obligada en el camino, para darle un gusto al paladar. A pie o en bicicleta, el visitante puede hacer una ruta por las diferentes bodegas y catar sus variedades. ¡Ah! Y uno no puede olvidarse de pasar por la Heladería Miranda a probar el famoso helado de torrontés (variedad de vino blanco de la zona) y de cabernet. El propietario dice ser el inventor de esta variedad de helado, que ahora ya imitaron algunos otros locales.
Los Valles Calchaquíes: Este sistema de valles fue donde se asentaron los indios calchaquíes. La zona es de una belleza espectacular. Destacan, principalmente, la Quebrada de las Conchas y la Quebrada de las Flechas, ambas situadas a pocos kilómetros de Cafayate. Por la primera transcurre la ruta Nacional 68. En ella se pueden observar rocas con formas peculiares como El Sapo, El Obelisco o El Anfiteatro, hasta llegar al Mirador de Las Tres Cruces, desde donde contemplar y admirar los valles, la combinación entre el color rojizo de las montañas y el verde de la vegetación. Sencillamente, espectacular. La Quebrada de las Flechas, formaciones rocosas de entre hace 15 y 20 millones de años, se encuentra en la ruta 40. Esta carretera, que comunica el país de norte a sur, es angosta y polvorienta en este tramo. Siguiéndola, se llega a Cachi.
Cachi: Enclavado al oeste de los Valles Calchaquíes, es un pueblo de espíritu bohemio. Cachi, en quechua, significa “sal”. Un conjunto de casas blancas y de adobe donde descansar y desconectar. En los días despejados, desde la carretera que conecta Cachi y Salta, en concreto en la Cuesta del Obispo, se logran espectaculares vistas panorámicas en días despejados. En los días de niebla, ésta es tan espesa que la conducción se convierte en un deporte de aventura. Cachi es un retiro espiritual apto para bajar revoluciones.
La gastronomía
Otro de los motivos por los que se hace interesante viajar a Salta es degustar sus platos típicos. Las humitas, el tamal, el locro y las empanadas hacen las delicias de los gourmets. También sus dulces regionales, el higo, el cayote o la cuajada son más que recomendables.
El clima
Su clima es subtropical serrano y varía mucho en función de la zona y del paisaje. En verano las temperaturas superan los 20ºC y en invierno, son inferiores a los 14ºC. Las noches suelen ser más frescas.
¿Cómo llegar?
El aeropuerto internacional Martín Miguel de Güemes conecta con las ciudades argentinas de Buenos Aires, Iguazú, Mendoza, Córdoba y Puerto Madryn. En verano también llegan vuelos desde Chile y Brasil. El aeropuerto está 10 kilómetros del centro de la ciudad y es muy fácil llegar en minibús, taxi o traslados previamente contratados.
