Veinte años no es nada…

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Por Josep Giró

Volver… con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien…
Sentir……  que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada, errante en las sombras, te busca y te nombra.
Vivir… con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez…
  (Volver, Luis Gardel)

Cuando se publique este artículo ya se habrán cumplido los veinte años que hace decidí venir a vivir a China.  Antes había estado de visita –en periodos incluso de tres meses- pero esta vez la idea era echar raíces y la primera decisión fue comprar un billete de ida solamente. Eran otros tiempos y evocar mis recuerdos e impresiones para recapitular en mi caso, espero sirva de ayuda para entender mejor el brutal proceso de transformación y cambio que  sufrido el país, aunque este nombre se le quede pequeño y sea más acertado llamarle civilización.

Allá por el 94 Shanghái no era ni mucho menos la gran urbe en que se ha convertido. No había ni un solo vuelo directo en el único aeropuerto entonces (Hongqiao) y para llegar hacíamos escala en Beijing y luego el avión de Lufthansa continuaba hasta Shanghái. La proporción de chinos y extranjeros era justamente la contraria que es hoy incluso con los más de cincuenta vuelos que debe de tener el nuevo aeropuerto de Pudong. Para los que conocen la ciudad les puede costar imaginarse la ciudad sin autopistas elevadas como la de Yan’an Lu, Nanjing Lu sin zona peatonal y llena de trolebuses y gentes del país para la entonces calle comercial del país; con un Pudong que ni se pisaba y solo se divisaba a lo lejos con sus tinglados…. y campos! No solo no había Carrefour si no que tampoco era posible encontrar chocolate, queso,… que luego fueron apareciendo en tiendas de la amistad, donde podíamos comprar con una moneda invento del país: el FEC (Foreign Exchange Currency).

Eran otros tiempos. Con la gran excepción de Beijing, los “laowai” que corrían por el país tenían un perfil más de aventurero que de hombre de negocios, de una edad media superior a los actuales, solidarios y que siempre se saludaban entre ellos –conscientes de ser una “rara avis”-, y candidatos para casarse con ellos por la importancia de obtener un pasaporte y salir del país. Recuerdo mi sorpresa cuando en el tren me venían a tocar la nariz o medir los pies grandes para ellos, fruto de su curiosidad por lo diferente. Pero lo más chocante era, en la China del interior, andar por la calle con un grupo de unas cincuenta personas que te seguían e incluso entraban contigo a las tiendas…

La parte china también ha cambiado mucho. El nivel de vida ha aumentado tanto como el peso medio debido a los cambios en los hábitos alimenticios y de vida (las bicicletas ya son eléctricas!). Pronto el que se llamaba erróneamente “traje Mao” pasó a ser una rareza. El verde y azul de los “uniformes” trocó a una sinfonía de colores y diseños que llegaron hasta todas las marcas del mundo. Las copias ya son cosa de extranjeros. La telefonía e internet ayudaron a dar lo que sí ha sido “el Gran Salto” y a viajar por el mundo antes de hacerlo en hordas que se desplazan en aviones como lo hicieran sus antepasados a caballo…

antes y despues SH

El tiempo tenía otra dimensión: si ahora puedo ir en poco más de una hora en tren rápido a Nanjing en aquella época iba en barco rio arriba en un viaje de más de un día y que salía del mismo Bund. Dinero y consumismo aun no reinaban entre la gente y el lema de Deng Xiaoping de que enriquecerse no era tan malo aun no había hecho los estragos actuales. Con los correos electrónicos y el Wechat cuesta ahora imaginar tiempos en que las relaciones con el resto del mundo eran epistolares y con visitas frecuentes a la oficina de correos…

Para los nostálgicos nos quedan los recuerdos y los rincones que se resisten a este cambio y mantienen la llama de la cultura china encendida a pesar del temporal que cae. Hay que alejarse de las grandes ciudades e ir al campo y si se quiere conocer la cultura china hay que verla desde las atalayas como la de Wudang, lo que permite entender como los chinos que ahora se parecen más a nosotros, siguen siendo diferentes….

 

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