EL FASCINANTE UNIVERSO DE LA ETNIA «NAXI», EN BAISHA Y LIJIANG, YUNNAN

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1922

Por Ángel Lázaro

En el fascinante universo de las minorías étnicas de China (8,4 % de la población, 56 etnias en total, censo año 2010), el pueblo «naxi» (纳西) o «nakhi» (en pronunciación endónima) , que vive principalmente en el área de Lijiang (norte de la provincia de Yunnan), ocupa un lugar singular y preferente. La singularidad de los «naxi» se caracteriza por su religión animista y politeísta «dongba», cuyo fundamento es el equilibrio entre ser humano y naturaleza; su cultura matriarcal, en la que lo femenino determina y define la organización social; y su lenguaje escrito jeroglífico, único en el mundo actualmente en uso.

La etnia «naxi», según diversas fuentes, era, antes de la dinastía han (hace unos 2200 años), un grupo humano nómada del norte de China, que se estableció en la región noreste de Yunnan, fronteriza con Sichuan y el Tíbet, durante la dinastía Tang (hará unos 1500 años). Una parte de ese pueblo nómada, actualmente conocido como los «mosu» (también organizados entorno de un matriarcado) se estableció en los alrededores del lago Lugu, a unas 8 horas de viaje de Lijiang

La comunidad «naxi» se asentó y prosperó en la zona hasta convertirse en un reino semi-independiente, nutrido, en buena parte, con el comercio generado por la extraordinaria Ruta del Té «Pu’er», entre el Tíbet y Yunnan. Los naxi fueron finalmente asimilados políticamente (que no culturalmente, o al menos no del todo) por la dinastía Qing, en el reinado de Yongzheng (siglo XVIII).

Al igual que otras etnias, el pueblo «naxi» (unas 325 mil personas, según el censo de 2010) dispone de una autonomía cultural y administrativa relativa que le permite preservar en lo esencial su estilo de vida y sus costumbres (foto 1), bajo la dirección centralizada del partido comunista chino.

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Mientras tanto, y más allá del espectáculo turístico cuyo centro es Lijiang (foto 2), el pueblo «naxi» parece seguir mostrando un estilo propio de conducta que, como pudimos comprobar conversando con algunos de ellos, se define por la amabilidad, el sentido comunitario y familiar y el cuidado de sus tradiciones (foto 3, en Lijiang y Baisha, con guías, artesanos y dependientes de las etnias «naxi» y «dai») .

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Ciertamente, los «naxi» han tenido excelentes divulgadores, en particular el botánico norteamericano de origen austríaco Joseph Rock, que vivió en Lijiang entre 1922 y 1949, y escribió para «National Geographic»; y el ruso Peter Goullart, que, a diferencia de Rock, se integró personalmente en la comunidad local, lo que le permitió escribir su celebrado libro «El Reino Olvidado». Sin embargo, el maravilloso patrimonio natural, cultural y religioso «naxi» habla por sí mismo sin necesidad de la lírica occidental. La arquitectura, la religión, la artesanía, la escritura, los valores comunitarios están fuertemente enraizados con el sublime entorno natural de ríos, montañas y lagos. El equilibrio ecológico entre cultura y naturaleza es el fundamento social y religioso de los habitantes las comunidades «naxi» de la zona.

Aunque el municipio de Lijiang es mayoritariamente «han», los «naxi» son los titulares de la mayor parte de los establecimientos turísticos de la ciudad antigua (hoteles, tiendas de suvenires y artesanía local), magníficamente restaurada tras el terremoto de 1996, que conservan ese estilo propio, por el que fueron reconocidos por la UNESCO como patrimonio cultural de la Humanidad.

Es el caso del hotel Zen Garden, en el que estuvimos hospedados durante nuestra estancia, una mansión antigua de estilo tradicional «naxi» con patio (foto 4), gestionada en su totalidad por familias de los clanes He y Yang. Nuestra amable recepcionista, Yang Zhi Mei, 杨志美, siempre pendiente de los pequeños detalles, nos ofreció las primeras muestras de su singular carácter.

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La iconografía «naxi» también dispone de un espacio propio en la ciudad antigua de Lijiang, cerca de la «East Street» (foto 5). Se trata de un enorme mural pintado «al fresco» en la pared lateral de uno de los edificios de la zona. El mural contiene una parte de los ideogramas de su lenguaje jeroglífico (que en total son unos 20.000) y una parte importante de sus panteón de deidades, demonios y mitos humanos (en total, unos 400), que se mueven en los tres territorios de su universo (Territorio del Demonio, Mundo Humano y Cielo)

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La religión «dongba» de los naxi se fundamenta en el equilibrio entre mundo interior y exterior, y es profundamente animista (se asienta en la experiencia interior, no en la liturgia exterior), en el que imágenes e ideogramas son símbolos de inspiración, junto con la fauna y la flora. No obstante, la religiosidad «naxi» es abierta y tolerante y ha aceptado históricamente las aportaciones de la espiritualidad budista (los monasterios de la región, particularmente, Fuguo, Yufeng y Wenbi, lucen hoy restaurados tras los estragos de la Revolución Cultural) y las fuentes de equilibrio artístico, medicinal y filosófico del Tao (taoísmo)

El pueblo de Zhuhe y, especialmente, la villa de Baisha, a unos 7 km de Lijiang, están menos masificados y asimilados que la villa de Lijiang, por lo que en sus tranquilas y poco concurridas calles es mucho más fácil apreciar las peculiaridades de cultura «naxi». Baisha (foto 6), que fue el primer asentamiento permanente de los «naxi» en la región y está considerada uno de sus principales centros religiosos, es conocida también por los frescos tradicionales «naxi» del palacio de Dabaoji.

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Las calles tienen un ambiente rural encantador, con las Montañas del Dragón de Jade (Yulong Xueshan) asomando por detrás de las nubes, y en ellas pueden observarse las típicas casas de ladrillo de adobe (barro compactado y paja) con techumbres de teja y alerones en forma de ala de golondrina (foto 7), junto con las mansiones con patio empedrado y paredes de madera, más frecuentes en Lijiang .

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Nuestro mejor descubrimiento fue una escuela de bordado tradicional «naxi» en seda, ubicado en una fantástica mansión de madera, edificada en dos plantas entorno de un patio interior empedrado y con un mosaico central. La escuela, con tienda de antigüedades, aulas y sala de exposiciones, es propiedad de «The Baisha Naxi Embroidery Institute», entidad gestionada por una fundación privada.

 Nos recibió con una extraordinaria amabilidad y disposición Jin Qiu, 金秋 (es decir, «Otoño Dorado»), una joven (pero muy aventajada) alumna de la escuela, de padre «han» y madre «naxi», que, además de mostrarnos sus trabajos, nos explicó las finalidades artísticas, educativas y sociales del Instituto (foto 8).

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Además de los trabajos de alumnos y maestros, el Instituto, con el objetivo de conservar la tradición del bordado «naxi» y ayudar económicamente a la población rural, proporciona a los habitantes de la zona un patrón y hilos de seda de varios colores con los que tejen, con dos técnicas básicas (lineal o cruzada) preciosos manteles que se exponen en la escuela.

 Estos bordados, junto con los elaborados maestros y alumnos, pueden ser adquiridos por un precio que oscilan entre los 150 y 300 CNY. Este dinero va a parar en su mayor parte (según nos explicaron) a los artesanos locales, que firman sus obras en la parte de atrás del bordado.

La sala de exposiciones, donde (muy amablemente, eso sí) no se nos permitió hacer fotografías, contiene una extraordinaria e increíble colección de grandes bordados en seda e hilo de oro, enmarcados (sobre todo, imágenes de naturaleza y jóvenes mujeres vestidas con los coloridos vestidos tradicionales), cuyo valor alcanza, en algunos casos, los 70000 CNY (unos 10.000 €, en junio 2015). No obstante, las imágenes de estos y otros magníficos bordados pueden contemplarse en el website del Instituto. (foto 9)

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